FOTOGRAFÍAS

ANHELO

Fotografías: Enrique Villaseñor
Texto: Jafeet Razo


Agradezco la generosidad de la Sra. Maria Elena al permitirme compartir con ella y publicar este anhelo. Enrique Villaseñor

La novia que a lo largo de la vida atesora el deseo íntimo de vestirse de blanco y obtener la foto nupcial que nunca tuvo al lado del esposo hoy ausente. Un sueño sin edad, convertido en realidad muchos años más tarde, cuando pide al fotógrafo realizar la imagen anhelada. La presencia del esposo se concreta gracias a las posibilidades de la tecnologia fotografica digital.

El que fue ya no puede no haber sido: en adelante, este hecho misterioso y profundamente oscuro de haber sido es su viático para siempre.
Vladimir Jankélévitch

El presente no existe. Parte con la celeridad con la que llega. No así los sueños. Seres que habitan en la perennidad de los corazones, del alma: son alma y corazón mismos. Si algo hay de perecedero es un sueño descorazonado.
Si por el contrario, el sueño es frecuentado por las más francas pasiones, por ánimos incorruptibles, por deseos que hierven en aguas profundas, tienen más vida que la vida misma.
Aún hay sueños transitando en nuestros aires en espera de su realización: es su único destino.
La ausencia es un padecimiento inextinguible.
Cuando actos sustanciales, ideales no son logrados en nuestros breves presentes, habrá un hálito, en tanto haya vida, de realizarles.
Lo sagrado de ciertos rituales hace mayor esta necesidad de secar ese vacío, esa ausencia.
Y cuando son exiguas las remembranzas, la fotografía se viste de oropeles y dibuja para siempre la presencia demandada.
"La representación presente de una cosa ausente", diría Platón sin conocer la fotografía.
Cuando la fotografía con sus luces y sus desafíos al tiempo detiene breves presentes, entra y propugna el destino de los sueños y efectúa inmejorables fantasías: forja a la historia como un pasado actual, mantiene fresca la memoria, hace olvido del olvido, enardece sensaciones marchadas, reanuda cavilaciones y dulces espejismos... testimonia nuestro acercamiento al destino final.
Sin lo sagrado, nuestras representaciones carecen de ese rasgo común que es la imaginación. Rostro de los sueños, el ritual incrementa la voluptuosidad de los actos.
Se iconiza el blanco de un vestido para dar nacimiento a la consagración de un sueño: ritual colectivo que desboca en el imaginario individual. Son los deseos, los anhelos quienes erigen sueños.
Son los sueños vidas propias; alimentadas de inventivas emocionales e intelectivas.
Son los sueños delectaciones que aguardan su cúlmen; delectaciones de existencia dilatada.
La memoria presencia lo ausente y hace del recuerdo una imagen.
La fotografía hace de la imagen un recuerdo y apoya a la memoria en el almacenaje de reminiscencias y de sueños. Inconmensurables filas de sueños y de instantes, y la fotografía lista para perseverarles.


Ciudad de México, Diciembre 2005

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